Es cierto, mientras las ideas se van materializando, los nervios comienzan a aparecer, aunque debo admitir que aun me siento bastante tranquila, pero hoy precisamente fuí a recoger mis invitaciones! son preciosas! la verdad es que me gustaron mucho, y no puedo dejar de observarlas y comienza entonces la tarea de entregarlas a nuestros familiares, amigos y hermanos amados, que nos acompañarán en este momento tan especial, personas que han sido importantes a lo largo de nuestra vida y que deseamos que compartan con nosotros este maravilloso día, cuando "nuestras vidas" se tranforman en "nuestra vida"; Cuando dejamos de ser DOS y pasar a ser UNO solo.
Pero quiero hacer mención de una invitación especial, la más especial de todas, no necesita una tarjeta adornada y detallada para saber el día ni el lugar, no hace falta una llamada telefónica para confirmar su asistencia, pues el invitado de honor en nuestra vida ya ha sido invitado desde el momento que comenzamos a hablar de nuestros planes, de nuestros sueños, de nuestro amor, y bastó con un corazón sincero, abierto y anhelante de su presencia. Mi DIOS ha sido quien nos ha puesto en el camino, quien planeó nuestro encuentro, quien guió nuestros pasos hasta este momento, y será quien nos acompañe a lo largo de nuestra nueva vida. Le hemos invitado para ser nuestra luz, para ser nuestro deleite diario, queremos que se siente a la mesa junto a nosotros, queremos que camine a nuestro lado, quien nos proteja en casa, quien nos dirija fuera de ella y quien convierta este hermoso viaje en una experiencia inolvidable, que a su lado será simplemente maravillosa.
Quizá habrá enfermedad, momentos difíciles, necesidad, pero todo eso quiero compartir con Eduardo, y siempre de la mano de mi Señor.
El fruto del Espíritu Santo: “Benignidad”
Hace 2 semanas