03 julio, 2009

Instrumentos en manos de Dios..

Hace unos días, nos invitaron a los jóvenes de la Iglesia, a cantar en una reunión de aniversario en Mendoza, y el Señor utilizó algunas situaciones para darme una hermosa lección.

Fueron unas pocas semanas las que tuvimos para ensayar, y el problema de los estudios, trabajo, y otros compromisos complicó que hubiera ensayos, así que solo un tiempo cada semana practicábamos los himnos, a veces iban unos, otros días no, y el grupo no estaba conformado con claridad.
Casi sin darnos cuenta era ¡la última semana!, quedamos de ensayar un jueves, y muy pocos llegaron, quedamos entonces de vernos el sábado, para ensayar antes de irnos juntos a la reunión.

En ese día, ya era casi la hora de irnos, y algunos nos sentíamos un tanto desmotivados, pero ¡teníamos que ir! Entonces, uno de mis amigos dijo: ¡Pues los que estamos tenemos que ensayar! porque aquí estamos los que en realidad queremos ir. Esas palabras motivaron a todos, asi que oramos y ensayamos por un rato los himnos que faltaban, tomamos nuestros instrumentos y nos dirigimos a la Iglesia en Mendoza.

Durante el camino, las cosas parecían estar en nuestra contra: ahora recibíamos una llamada diciéndonos que la reunión empezaba ¡antes de lo que a nosotros nos habían dicho!, pero para ese momento, estábamos atorados por el cierre de un carril en el camino, necesitábamos afinar los instrumentos, por fin llegamos todos, los hermanos ya estaban cantando, ahi en la calle a como pudimos, afinamos los instrumentos... a pesar de la prisa y el nerviosismo, con una sonrisa en el rostro, subimos al estrado, y comenzamos a cantar, fue entonces en ese preciso momento que ¡empezó a llover! la fuerte lluvia (porque no era una briza sino ¡un aguacero!) hacía mucho ruido en el techo de lámina de la iglesia, y resultó ser todavía un empujoncito ¡para cantar muy fuerte!, a pesar de la lluvia, todo se escuchaba bien, después de unos minutos la lluvia cesó, no así es ánimo y esfuerzo para cantar.

Entonces en mi mente, al bajar después de nuestra participación quedó la siguiente reflexión:
El Señor no necesita un grupo numeroso de jóvenes que éstén obligados a participar, mas bien busca corazones dispuestos a servirle a pesar de todas las circunstancias, y que lo hagan con el único fin de agradarle a él.

Los hermanos dijeron que todo había salido muy bien, y claro que no por nuestro esfuerzo sino por la GRACIA DEL SEÑOR, nosotros solo somos instrumentos, y es todo un privilegio para nosotros...

2 comentarios:

Eduardo Roldán Reyes dijo...

Orales, que hermosa historia¡, y que hermoso resulta el fruto de los que con humildad y deseos de servicio sinceros entregan su esfuerzo al Creador¡ mucho ánimo mis hermanos¡

Un versículo a recordar: Mateo 25.21: Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor

Isa dijo...

¡Hola, Denisse! Tu post me hizo recordar palabras de Jonatán en la Biblia, cuando expresa su confianza en Dios, pensando en que Él puede salvar con pocos o con muchos.
Qué bueno que hubo ese entusiasmo en los que sí fueron fieles.
¡Nunca pierdas esa fidelidad!
Me recuerdo de un pensamiento de un bloggero: "Peregrino" que dice más o menos así: "Sígueme moldeando Señor, hasta que alcance lo que tú deseas para mí...pero nunca me pongas en el montón de fierros viejos"
Besitos.

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