08 junio, 2009

Aceptando la realidad y mirando hacia adelante...

¡¿Por qué ella o él tiene más ministerios que yo?! ¿Que nadie ha visto cómo se comporta en el trabajo? ¿Por qué a él le celebran más sus ministerios, si yo también los tengo? ¿Quién será mejor, él (ella) o yo?

Frases como éstas han cruzado en algún momento por nuestra mente, o quizá alguien demasiado SINCERO nos ha dicho que eso piensa de nosotros, ¡Es que parece imposible luchar contra la naturaleza humana, que siempre busca el lugar privilegiado a costa de todo y de todos! ¡Buscamos ser los mejores, la gloria personal!
A veces nos sentimos desanimados porque creemos que no estamos dando lo suficiente, otras ocasiones nos sentimos enojados porque creemos que el trabajo de alguien más es aplaudido mientras el nuestro es ignorado, y aún en otros momentos podemos sentir CELOS porque alguien recibe mucho que hacer y creemos que no lo hace TAN BIEN como nosotros.

Frustración, Envidia, Celos, Jactancia, Prejuicios, sentimientos que solamente entorpecen un trabajo que debería traer toda la Gloria a Dios, rompen lazos de comunión entre hermanos, desvían nuestra mirada del eje principal de nuestra vida como Hijos de Dios y como peregrinos que transitan hacia su ciudadanía Celestial.
Pero, no creas que eres el primero al que le ha sucedido, también Pedro sintió algo parecido, y preocupado preguntaba al Señor: Señor, ¿y qué de éste?, a lo que Jesús respondió: ¿qué a ti? Sígueme tú.

Palabras que nos muestran la necesidad de ser humildes, y de preocuparnos por que nuestros trabajo rinda los frutos que merece nuestro Dios, ya que cada uno presentará cuentas de su trabajo, y cada cual camina sobre un propósito marcado por Dios, cuya mente es imposible de entender, pero que ha confirmado con hechos la perfección de sus planes para tu vida.

Y tú... ¿Tienes los ojos puestos en Jesús, o en el que camina a tu lado? ¡No vaya a ser que tropieces y atrases los planes que fueron construidos para ti desde la eternidad!

"En el camino de la vida andaba, y encontré a Jesús
Mas un día lo que yo buscaba, ya no fue su luz
Mis hermanos eran imperfectos, uno era un soplón,
El otro criticaba todo el tiempo,
Y a Jesús yo preguntaba, por qué no les corregía
Hasta que un día vi en la Biblia, igual que a Pedro me decía:
¿y qué a tí? ¡Sígueme tú!
Fija tus ojos en mí, soy tu Guía y tu Luz
¿y qué a tí? ¡Sígueme tú!
No mires a otro lado, sígueme tú..."

2 comentarios:

Eduardo Roldán Reyes dijo...

Asi es, toda la honra sea para el Señor¡

Sea Él quien nos haga deshacernos de ese orgullo o aquella envidia escondida, que estoy seguro ha mermado cantidad de proyectos o ministerios... y que podamos siempre recordar que a final de cuentas todos tenemos una misma condición delante del Señor...hijos, amigos y siervos.

Isa dijo...

Muy buen post Denise, y es por eso que siempre debemos de traer TODA la armadura puesta, porque si sólo traigo las sandalias, entonces estaré desnuda y facilmente podré caer bajo las dardos del enemigo.
Te sigo leyendo.

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