Quise encontrar un momento que haya marcando un inicio, aunque haya muchos detalles que le anteceden, y hacen que el proceso en curso sea simplemente "maravilloso".
En la foto, mi anillo, que ahora permanece ¡todo el tiempo en mi mano!, y que me hace recordar nuestro compromiso primeramente delante del Señor, y aunque creo que el compromiso no necesariamente necesita un anillo, ya que aun sin él podemos guardarlo, o aún con él ¡podriamos romperlo!, pero yo descanso en la confianza que me provee la voluntad del Señor, y el hecho de que confío en el Dios de Eduardo, que es mi Dios, quien nos sostiene de la mano derecha, recordándonos el compromiso que hemos adoptado, no por obligación, sino por clara decisión.
Ahora que despierto, y lo veo en mi mano, se dibuja en mi rostro una sonrisa, y en mi corazón una emoción grande por lo que nos espera, al anhelar el momento en que el Señor nos permita estar juntos, ya que por el momento, la distancia y el tiempo que él pasa fuera del país, hacen que lo extrañe en verdad...
Sólo puedo admitir que quien tiene el papel principal, es Cristo, quien nos ha acompañado en las pruebas, y quien ha disfrutado nuestras alegrías, quien ha abierto cada puerta para que este sueño sea ¡más real que nunca!
Gracias Señor por darme tanta felicidad, porque estoy segura, que ¡tú estabas detrás de esto!, ¡Preparaste una hermosa y dulce sorpresa!....